Lo que no te contaron del cable Humboldt

Escrito por
Eduardo Castro
Fecha de publicación
June 12, 2025

La jugada estratégica de Chile para abrir el Pacífico a una conectividad neutral

El 4 de junio de 2025 se anunció oficialmente el acuerdo entre Google y el Gobierno de Chile para desplegar el cable submarino Humboldt, que conectará Sydney (Australia) con Santo Domingo (Chile) a lo largo de más de 14.800 kilómetros de fibra óptica.

Liderado por Google, este proyecto representa una nueva ruta transoceánica para el tráfico digital entre Asia y América Latina. Pero lo que muchos medios no destacaron es el rol estratégico que jugó el Estado chileno para que este cable no quedara exclusivamente en manos privadas y, en cambio, habilitara una puerta pública y neutral hacia el Pacífico.

Luego de unos días de una agitada agenda con la firma del acuerdo, la presentación oficial del proyecto y múltiples medios publicando la noticia decidí llamar a Natalia, de Desarrollo País. Yo teletrabajaba desde casa; ella, en cambio, respondió mi llamada mientras esperaba abordar un avión. Conversamos brevemente sobre el cable Humboldt y, antes de cortar, me dijo una frase que me quedó dando vueltas:

Humboldt: un avance estratégico en la política digital de Chile. Por Natalia  López, gerente de Proyectos Digitales de Desarrollo País – G5noticias
Natalia Lopez, Gerente de Proyectos Digitales en Desarrollo Pais

“Lo importante es que logramos que este cable no quedara completamente cerrado.”

Esa frase, dicha casi al pasar, resume una de las jugadas estratégicas más relevantes que ha hecho el Estado chileno en materia de infraestructura digital internacional. En este post comparto lo que no siempre apareció en los medios: cómo Chile, con una inversión relativamente baja pero negociada con inteligencia, logró asegurarse participación y condiciones clave en un proyecto dominado por un actor global como Google. Un movimiento que abre una oportunidad concreta para la conectividad pública, neutral y soberana desde Chile hacia el Asia Pacífico.

¿Por qué Santo Domingo y no nuevamente Valparaíso?

Una de las decisiones más estratégicas del proyecto Humboldt fue no repetir Valparaíso como punto de aterrizaje, optando esta vez por Santo Domingo, ubicado unos kilómetros más al sur en el litoral central de Chile.

Santo Domingo, ubicado al sur de Valparaíso, consolida junto a esta ciudad una posición estratégica para Sudamérica en el mapa de la conectividad internacional.

El antecedente es claro: durante el gran incendio que azotó la zona de Valparaíso en febrero de 2024, varias rutas troncales de fibra óptica fueron afectadas, incluyendo las que conectan los cables submarinos (como Curie, SAC, SAM y Mistral) con Santiago. El resultado fue una congestión significativa en la red sudamericana de Internet, ya que buena parte del tráfico internacional chileno se vio limitado o redirigido con latencias elevadas.

Esa experiencia dejó una lección: no se puede concentrar toda la infraestructura crítica en una sola ciudad. Por eso, el aterrizaje del Humboldt en Santo Domingo busca diversificar geográficamente los puntos de entrada al país, reducir riesgos y mejorar la resiliencia operativa.

Además, Santo Domingo ofrece terrenos más despejados, menos saturación urbana, y acceso expedito hacia Santiago a través de nuevas rutas troncales como la Ruta de la Fruta y el Camino del Sol, que complementan a la ya exigida Ruta 68 y el paso por Tiltil por donde pasan importantes rutas hacia las "Landing Stations" de cables submarinos. Esto no solo mejora las condiciones técnicas del cableado terrestre, sino que también habilita nuevos corredores digitales hacia el Pacífico, conectando a Chile con el mundo de forma más segura, eficiente y preparada para emergencias.

Google y Chile: una alianza asimétrica, pero con visión compartida

Google aportará la mayor parte de la infraestructura y se quedará con 14 de los 16 pares de fibra óptica. Chile, por su parte, invirtió "solo" 25 millones de dólares de los más de 300 millones que se estimaban en los inicios a través de Desarrollo País, para asegurar dos pares de fibra (uno inicial y el segundo sujeto a condiciones).

Aunque la proporción pueda parecer pequeña, su valor estratégico es enorme. Gracias a esa decisión, Chile no quedó al margen de esta ruta crítica del futuro digital. Al contrario, se aseguró una participación real con capacidad para impulsar conectividad neutral, soberanía digital y desarrollo tecnológico desde territorio nacional hacia Asia Pacífico.

Un precedente: la alianza entre Google y Sparkle en el cable Curie

El cable Curie, desplegado por Google en 2019, conecta San Francisco con Valparaíso, y fue uno de los primeros sistemas submarinos construidos enteramente por una big tech. Sin embargo, Google no lo operó de forma cerrada: en 2020, Sparkle uno de los principales operadores internacionales de telecomunicaciones (Tier 1), parte del grupo Telecom Italia adquirió uno de los pares de fibra del Curie, integrándolo a su red global.

Gracias a esta alianza, Sparkle logró habilitar una nueva ruta directa entre Sudamérica y Norteamérica. Utilizando tecnología óptica de última generación.

Este modelo demuestra que incluso en cables construidos por grandes actores tecnológicos, es posible habilitar tramos neutrales operados por terceros, que diversifican las rutas, aumentan la resiliencia y permiten la competencia en servicios de tránsito IP. En el caso del cable Humboldt, Chile busca replicar este enfoque, pero con una diferencia clave: la iniciativa de abrir la conectividad no proviene de un Tier 1 privado, sino del propio Estado a través de Desarrollo País y Humboldt Connect.

¿Qué velocidades se pueden lograr por el cable Humboldt?

Por par de fibra: Hoy se estima que cables como Humboldt podrían alcanzar entre 20 y 30 Tbps por par. Depende mucho de las tecnologías, pero es una referencia.

Cable submarino Asia-Sudamérica
Un cable de fibra optica transporta varios filamentos de fibra óptica.

Se puede tomar de comparativo que el mayor punto de intercambio de tráfico de Chile cursa unos 14 Tbps y se estima que nuestra demanda hacia Asia no sería mayor a 0,2 Tbps si hoy estuviese operando un cable como Humboldt.

Redundancia global: Chile conectado aunque un cable falle

Con el cable Humboldt, Google logra algo clave para su operación global: si su cable actual Curie que conecta Santiago con San Francisco mediante Panama, sufre una falla o corte, podrá seguir trayendo tráfico a Chile desde el otro lado del mundo, vía Asia y Australia. Es decir, gracias a esta nueva ruta entre Sydney y Santo Domingo, Google cierra un anillo global que le permite mantener conectividad hacia Sudamérica incluso si una parte de su red queda fuera de servicio.

Con Humboldt se concreta el anillo de fibra optica de Google en el Pacifico, teniendo un nivel de redundancia optimo y un control total sobre su tráfico.

Esto mejora no solo su resiliencia técnica, sino también la continuidad operativa de servicios como YouTube, Google Cloud, Android y Gmail. Además, con esta infraestructura, Google ya no depende de proveedores Tier 1 de transporte de datos submarinos: resolvió toda la ruta transoceánica con recursos propios, desde sus centros de datos hasta los cables que cruzan los océanos.

¿Podría haber sido un proyecto liderado por un Tier 1?

En teoría, sí. Empresas de telecomunicaciones clasificadas como Tier 1 como Telxius, Cirion o Sparkle tienen la capacidad técnica y financiera para desarrollar cables submarinos de forma independiente, con acuerdos o en alianzas. Sin embargo, en la práctica, muy pocas están dispuestas a asumir solas el riesgo y el volumen de inversión inicial que implica un trazado de más de 14.000 km entre continentes, especialmente en zonas donde la demanda aún está en desarrollo, como el Pacífico Sur.

Además, las prioridades de estas compañías suelen estar alineadas con mercados más densamente poblados o rutas ya consolidadas, como las del Atlántico o el Caribe. Por eso, sin la presencia de un actor como Google, con interés directo en controlar su cadena completa de transporte de datos global, difícilmente este cable se habría concretado.

Lo relevante es que Chile no esperó a que un Tier 1 liderara el proyecto, sino que negoció estratégicamente con quien sí estaba dispuesto a construirlo, asegurando participación nacional y condiciones para que ese mismo cable pueda ser abierto y operado por terceros en el futuro.

¿Qué gana Chile?

Es importante aclarar que Chile no tendrá acceso a ese anillo internacional completo a través de sus hilos de fibra, ya que se limitan al tramo Sydney–Santo Domingo. Sin embargo, una vez que una empresa de telecomunicaciones opere esos hilos a través de la concesión que gestionará Humboldt Connect, el país contará con una nueva salida internacional directa hacia Asia, que complementa las rutas actuales hacia Norteamérica y la salida terrestre por Argentina.

Esto mejora la resiliencia del tráfico nacional, especialmente frente a cortes o fallas en los cables que aterrizan en Valparaíso, y también reduce la latencia hacia Asia. En términos prácticos, se descomprime la ruta actual y se acelera la conectividad internacional, beneficiando a servicios digitales, industrias, redes académicas y ciencia aplicada.

Además, es importante considerar que países como Perú, Bolivia, Argentina y Brasil probablemente enrutarán una parte significativa de su tráfico hacia Asia a través de este nuevo par de fibra óptica. Esto se debe a cómo funciona el protocolo de enrutamiento dinámico de Internet, que prioriza las rutas con menos saltos (hops) y mejor latencia. En la práctica, esto significa que si la nueva conexión Chile–Asia ofrece un camino más directo y eficiente, será naturalmente preferido por el tráfico regional, incluso sin intervención manual.

¿Qué hará Chile con esos dos pares de fibra óptica?

Los pares asignados a Chile son fibra oscura: no están activos todavía, pero estarán disponibles desde el inicio del cable, previsto para 2027. Para administrarlos, se creó la sociedad Humboldt Connect, que buscará un operador neutral (chileno o extranjero) que los ilumine y habilite su uso abierto para:

  • IXPs (puntos de intercambio de tráfico)
  • Proveedores de Internet
  • Redes universitarias y científicas
  • Empresas tecnológicas y operadores regionales
  • Centros de datos e inteligencia artificial como el csiaa.cl
Humboldt Connect
HUMBOLDT CONNECT es la nueva empresa estatal que administrará este activo para que lo explote una empresa de telecomunicaciones, debido a que el estado de Chile no puede brindar servicios de Telecomunicaciones.

La clave está en que, en lugar de un cable cerrado solo para su dueño, Chile habilitó una franja de uso abierto. Así, el cable Humboldt no solo beneficia al tráfico privado de una gran empresa global, sino que también servirá a las necesidades estructurales del país y la región, lo que refuerza el concepto de Chile como HUB DIGITAL

El comienzo de una red Pacífico–Atlántico

Paralelamente, Chile trabaja en un trazado terrestre complementario que conecta Santo Domingo con Santiago y luego hacia Argentina por el Paso Pehuenche. La meta: habilitar una ruta Pacífico–Atlántico de datos, aumentando la resiliencia regional y posicionando a Chile como actor clave en la conectividad digital del hemisferio sur.

A diferencia de pasos más saturados como Los Libertadores, Pehuenche ofrece una alternativa más estable y binacionalmente coordinada para un futuro backbone intercontinental. Así, Chile completará varios cruces hacia Argentina.

¿Y qué pasó con Isla de Pascua y Juan Fernández?

Una de las preguntas que surgieron tras el anuncio del cable Humboldt fue: ¿Por qué no se aprovechó el trazado para conectar también a Isla de Pascua o el archipiélago Juan Fernández?

La respuesta es técnica y económica. Ambas islas tienen una densidad poblacional muy baja, lo que implica que el volumen de tráfico de datos que generarían no justifica, por sí solo, la inversión que requiere una derivación submarina. Para incluirlas en el trayecto habría sido necesario:

  • Desviar el cable principal con ramas adicionales (branching units).
  • Instalar infraestructura de aterrizaje en zonas remotas y costosas de mantener.
  • Habilitar estaciones terrestres que aseguren energía, seguridad y operación continua.

Además, en cables de este tipo, los repetidores (amplificadores ópticos) se instalan cada cierta distancia en el fondo del mar y no necesitan salir a superficie. Aterrizarlos innecesariamente genera riesgos operativos y aumenta los costos sin mejorar la eficiencia del sistema.

Si bien conectar estas islas es una aspiración legítima en términos de equidad territorial, no era viable incorporarlas en esta etapa sin comprometer la viabilidad técnica y financiera del proyecto principal. Eso no impide que en el futuro se evalúen soluciones dedicadas o tramos satelitales de respaldo optimizados para sus características geográficas.

Una decisión que miró al futuro

Aunque el protagonismo técnico y financiero es de Google, el Estado chileno fue más allá del rol de facilitador. Aseguró que parte de una infraestructura crítica tenga utilidad pública, visión de largo plazo, y condiciones para promover competencia, resiliencia y descentralización digital.

Hoy no todos lo perciben, pero en el futuro, cuando el tráfico científico, comercial o estatal circule de forma directa hacia Asia, sin desvíos innecesarios por el hemisferio norte, se recordará que hubo una decisión estratégica, silenciosa pero visionaria, que lo hizo posible.

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